InicioCompetenciaNo sólo Apple LXXI: David contra Goliath

No sólo Apple LXXI: David contra Goliath

En anteriores ocasiones hemos hablado de la era dorada de la informática, pero aún no habíamos hablado de la startup que consiguió doblegar, contra todo pronóstico, al gigante azul de la costa este. Por supuesto, estamos hablando de la historia de Compaq, la pequeña empresa que llegó no sólo a poner contra las cuerdas a IBM si no que obligó a la industria a que sí o sí, había que poner los estándares en el punto más alto de la industria si esta quería sobrevivir. Básicamente, estamos hablando de la empresa que forjó como vemos la informática hoy día, que no es poco.

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Y todo ello en una lucha que comenzó a principios de 1982 con tres locos (Rod Canion, Jim Harris y Bill Murto) que tenían una idea clara en la cabeza: fabricar el primer clon de IBM realmente compatible (hasta entonces, por razones que veremos a continuación, eso parecía imposible). Pero además, con doble tirabuzón: hacerlo portátil, lo más portátil posible. Y lo consiguieron con el primer Compaq Portable, que dio una merecida fama a los de Texas. Pero inevitablemente, hay una historia detrás, que vamos a intentar desentrañar a continuación.

Estos tres locos que mencionaba antes eran empleados de Texas Instruments que a la dificultad de lanzarse a una aventura empresarial informática en el medio oeste (por un lado, o estabas en Silicon Valley o en Menlo Park, no te quedaba otra si querías triunfar en lo digital), sin un duro y sólo con algunas ideas, sumaban que tenían seis meses para lograr algo que se pudiera vender, porque era lo que les iba a dar de si el dinero en el banco. La principal dificultad de su idea era que para poder crear un clon perfecto del PC de IBM, necesariamente iban a tener que transgredir la ley, porque IBM había hacho su arquitectura bastante abierta… Excepto la BIOS. Este trozo de código (Basic Input / Output System) es la pieza clave del equipo, ya que es lo que arranca el ordenador, revisa el hardware y genera las rutinas básicas de funcionamiento, acceso a los periféricos, configuración básica del equipo, etc… Vamos, que sin eso no funcionaba nada. Pero claro, era también lo que hacía que un programa pudiera capturar las teclas del teclado o escribir datos en el disco, y si no se hacía exactamente igual que el PC de IBM, no había compatibilidad alguna. Los de IBM fueron tan listos que no sólo patentaron la BIOS, sino que la publicaron. Con eso se garantizaban que nadie, absolutamente nadie, podría copiarla, puesto que estaría robando su patente, y por tanto, cometiendo un delito.

Pero no contaron con una puerta trasera: estos tipos de Houston dieron con la clave para poder clonar la BIOS… Sin leerla y sin saber lo que tenía. Parece una locura, pero lo hicieron. Crearon dos equipos: uno podía leer las especificaciones de la BIOS y generar un esquema del mismo, comparándola con la BIOS propiamente dicha por medio de ingeniería inversa, y otro equipo tenía que escribir una BIOS de cero sólo leyendo ese esquema, sin leer nada más de lo que había hecho el primer equipo. Lo que se llama una «sala limpia», es decir, que copiaban la BIOS sólo a partir de una especificación, pero sin saber lo que realmente estaba programado. A ojo, vamos. Los dos equipos no tenían ni que hablarse por los pasillos de la empresa, estaban totalmente aislados y ninguno podía saber nada sobre el otro. Legalmente, esto rozaba el robo de propiedad intelectual, pero no traspasaba la fina línea que les separaba de lo delictivo. Así, consiguieron una BIOS que, contra todo pronóstico, clonaba la BIOS de IBM prácticamente de forma idéntica. Imaginaos las caras de los señores de IBM cuando vieron que otra empresa sacaba un portátil potente que podía ejecutar exactamente el mismo software que su PC. La locura. Obviamente no se quedaron parados y se pusieron a demandarles igual que habían hecho con otras decenas de empresas antes. Usando su famosa «lluvia de abogados» (que llenaba literalmente de abogados las empresas rivales, físicamente hablando), asustaban a los competidores y la mayoría de ellos ni llegaban a juicio. Pero en Compaq no se echaron atrás y al final, después de mucho tira y afloja y algún que otro juicio, consiguieron lo imposible, ganar al gigante azul.

Cuando IBM vio que no había salida y que efectivamente era una lucha que no podían ganar, tiraron por la calle del medio: pusieron a la venta la siguiente generación del PC, el PS 2 (el PS 1 existió, pero fue una gama intermedia que no tuvo mucha publicidad, de hecho yo tuve uno que me duró unos 7 años sin despeinarse, era un maquinón…), con una nueva arquitectura abierta llamada Micro Channel, que prometía ser el nuevo paradigma de computación del futuro. Los de Compaq vieron que contra esto no podían luchar, ya que esta nueva arquitectura estaba blindada a más no poder. Era casi imposible hacerle la misma «caidita» que a la BIOS del PC. Así que decidieron unirse con otros fabricantes de clones para formar una nueva forma de ver la informática: el uso de tecnologías estándar que todo el mundo usara, que fuera abierto y sin condiciones, y en el que todos estuvieran de acuerdo: el EISA, como respuesta al ISA del PC/AT de IBM, y totalmente compatible (este era el estándar anterior al MC ya mencionado). Pero IBM cometió un error garrafal que en términos prácticos, les terminaría echando del mercado: la arquitectura Micro Channel tenía un defecto de diseño irreparable, y es que hacía que la mayoría de los programas del PC original y el AT fueran incompatibles. Simplemente no funcionaban. Cuando se dieron cuenta ya era demasiado tarde, porque habían puesto en el mercado cientos de miles de equipos con el nuevo sistema. Seguramente habían probado varios cientos de programas pero era imposible probarlos todos. Su afán por desbancar a los competidores clónicos les cegó hasta el punto en que no se dieron cuenta de cuanto habían cerrado el sistema. Game Over. Compaq había ganado. Hasta 2002, Compaq tuvo sus altibajos, pero principalmente porque no supieran adaptarse al hecho que ellos mismos crearon: los clones lo habían invadido todo, y había demasiada gente en el mismo espacio. Las disensiones internas terminaron por hacer que HP comprara la empresa y la aventura terminara.

Pero que les quiten lo bailao. Llegaron a donde Jobs no fue capaz de llegar en el tiempo que tuvo en Apple, que fue dinamitar la base de flotación de IBM con sus ordenadores. Es cierto que Apple salía a la carrera de forma diferente, con sus propios estándares y formas de trabajar (competencia asimétrica), pero es cierto que no fueron los que llegaron a competir realmente con IBM en su propio campo. Ahora, mirando hacia atrás, es cierto que Apple venció y Compaq se hundió, pero aquella lucha titánica entre el pececillo y la ballena se libró con terribles consecuencias para el hipotético supuesto vencedor, que no era otro que el gigante trajeado. En 2005 IBM dejó de producir ordenadores PC en una decadencia de más de 10 años en las que las ventas habían ido menguando año tras año hasta ser irrisorias. Y por cierto, si estáis interesados en conocer una aproximación de esta historia, os recomiendo ver «Halt And Catch Fire«, la serie que cuenta la historia de Compaq (naturalmente, sin mencionarles) en su lucha a muerte con IBM por la supremacía del mercado informático. Es una serie sobre todo para amantes más «techno-freak» pero como mínimo es un drama bastante curioso que recomiendo seguir. Y sale Thranduil…

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