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Proyecto Onyx

La obsesión de Apple por mantener la privacidad de todos sus proyectos es una de las señas de identidad de la compañía. A nivel interno, el control sobre la información puede ser más efectivo, dividiendo un proyecto en diferentes departamentos aislados (con lo que nadie, salvo unos pocos responsables, tiene una visión global del proyecto). Incluso se habla de informaciones falsas suministradas a los empleados para identificar el origen en caso de filtraciones.

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Pero esta gestión es mucho más complicada cuando se colabora con empresas proveedoras externas. Algo que, salvo en el caso del software, es prácticamente inevitable. Y si, además, estos proveedores son asiáticos, el control total es casi imposible. La diferencia más clara la tenemos en el MacPro de última generación, fabricado completamente en EE.UU. y del que no hubo ni una sola imagen filtrada antes de su presentación.

Al margen de que la propia Apple pueda promover ciertas filtraciones de cara a crear expectación, lo cierto es que en los últimos años las keynotes han perdido parte de su interés porque los productos a presentar ya se han visto previamente gracias a fotografías procedentes de las cadenas de producción asiáticas. Resulta cuando menos curioso que, por ejemplo, Amazon lance el nuevo Echo y nadie haya oído hablar antes de él.

La reciente bancarrota de GT Advanced Technologies, la empresa que se iba a encargar de fabricar las pantallas de zafiro para el futuro Apple Watch, ha permitido conocer algunas de las condiciones que Apple impone a sus proveedores. Una de ellas era la ya famosa penalización de 50 millones de dólares en caso de que alguna de estas empresas filtre información confidencial sobre los productos de Apple. Pero hay más.

Por ejemplo, que las empresas proveedoras no pueden ni siquiera utilizar el nombre de Apple en sus operaciones diarias. En su lugar, los trabajadores usan un nombre en código para referirse a la compañía de Cupertino. Una prohibición que se extiende a los proyectos, que también tienen su propio código. En el caso de GT Advanced Technologies, la producción del cristal de zafiro para Apple se conocía internamente como Proyecto Onyx.

Por supuesto, la seguridad no se limita a los nombres. Las empresas tienen aislar la producción para Apple del resto de su operativa diaria, destinando un equipo de seguridad especializado, cámaras de vigilancia que operan las 24 horas del día, control de acceso del personal involucrado en la producción, de los vehículos que transportan el material, etc. Apple dispone de su propio servicio de mensajería y transporte en caso de que sea necesario trasladar material confidencial y prototipos entre las instalaciones del proveedor y las oficinas centrales en Cupertino. Además, todo el material de desecho se tendrá que eliminar de forma segura para evitar que salga de la fábrica.

Apple audita de forma periódica (y, suponemos, sin aviso previo) las actividades de los proveedores. En caso de no cumplir alguna de las normas establecidas, el fabricante no solo tendrá que poner todos los medios para corregir la anomalía, sino que además deberá desembolsar 135.000 dólares para pagar los costes de la auditoría.

Es el precio que hay que pagar por ser proveedor de Apple. Sabes que tienes que cumplir unas normas estrictas, tanto a nivel de seguridad como de calidad. Y ser capaz de fabricar las enormes cantidades de producto que, probablemente, te solicite la compañía con unos plazos de entrega muy ajustados. A cambio, seguro que los ingresos compensan todo el esfuerzo.

Vía: AppleInsider | Imagen: Nhanced Learning

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