Pebble acaba de anunciar que retira su popular reloj inteligente del mercado. El motivo es que la empresa ha sido vendida a Fitbit, que según Bloomberg, habría pagado unos 40 millones de dólares. Fitbit, otro de los nombres importantes en el sector de los wearables, sólo está interesada en el software y algunos ingenieros de Pebble así que ha decidido matar el reloj de forma fulminante.
Esto plantea muchas preguntas. La primera es qué ocurre con las 66.000 personas que pagaron en la última campaña de crowdfunding de Kickstarter que se lanzó en mayo para el Pebble 2. La compañía se embolsó entonces casi 13 millones de dólares que ahora se ha comprometido a devolver a todos los que pusieron la pasta. Una decepción pero al menos recuperan el dinero.
Peor lo tienen los clientes de Pebble que ya han recibido un modelo anterior de la marca. Estos se han quedado ahora atascados en un modelo que deja de recibir actualizaciones y soporte. Condenado en poco tiempo a quedarse obsoleto según vayan actualizando los móviles a los que se conectan. Bueno, los que tengan Android lo mismo tienen menos problema porque tardan eones en actualizar. Podríamos alegar que los cacharros tecnológicos envejecen rápido. Pero esto no es lo mismo. Aquí Pebble deja tirados a sus clientes.
Y, en mi opinión, la que ha quedado en peor lugar con todo esto es Kickstarter. Pebble ha protagonizado las campañas más importantes de la página, levantando más de 10 millones de dólares en más de una ocasión. Se supone que estas campañas son para que una compañía no tenga que ir a pedir dinero a los bancos y pueda desarrollar su actividad con esta financiación. El sonoro fracaso de Pebble ahora pone en cuestión todo esto. Y es que la empresa, pese al enorme éxito de las campañas de Kickstarter ha sido hundida por las deudas que ha contraído con bancos. Y eso ha terminado por despeñarla a los brazos de Fitbit para que la rescate.
Menos mal que yo escribo estas líneas con un Apple Watch en la muñeca. Parece que no es tan malo e idiota ser uno de esos «fanboys borregos que compran todo lo de la manzanita». Y es que no siempre lo barato sale mejor. O, dándole la vuelta a la tortilla, no todo lo caro es malo por ser más caro. Pero bueno, ya os he contado mi opinión al respecto.