Los que me leéis a menudo sabéis que tengo dos niñas preciosas (la objetividad de un padre, ya sabes) y de hecho ya las he sacado en fotos en alguno de mis posts (sin sacarles la cara, que ya sabéis lo que opino al respecto). Trabajo mucho tiempo fuera de casa (de lunes a sábado) y muchas horas de las que estoy en casa sigo enganchado al portátil por trabajo y para escribir en el blog. Como resultado de mi frenética vida paso poco tiempo con la familia, algo que estoy trabajando por cambiar y que espero que en un año o dos mejore.
El caso es que hoy he querido salirme un poco de los temas habituales que os traigo y contarnos una experiencia personal. En mi casa, cuando terminamos de almorzar hay un ratito en el que mi mujer y yo nos reservamos un tiempo para estar a solas. Un rato especial que nos guardamos para nosotros dos, sin niñas, y que nos sirve para hablar con tranquilidad, planear cosas o simplemente echarnos un rato a ver una serie de Netflix y relajarnos juntos. Sé que a estas alturas algunos (¿muchos?) estaréis pensando «a Eladio se le ha ido totalmente la olla, ¿pero de qué demonios me está hablando?». Pues todo esto tiene algo que ver con el blog. Y es que para disponer de este momento de tranquilidad necesitamos que las niñas se pasen una hora o incluso más en su cuarto sin dar la lata. Y muchas de las veces que he querido conseguirlo he tirado de una de las formas más fáciles que existen: les dejo mi iPad.
En cuanto les dejo la tableta las niñas la agarran, se ponen en su cama (bueno, o bajo la cama, o en el suelo) y se pueden pasar viendo Peter Pan, Dora o la madre que las parió durante horas sin abrir la boca. Desde el punto de vista del padre es un trato altamente atractivo: Les dejo el iPad (o el iPhone, que para el caso funciona igual) y estoy comprando un rato de tranquilidad en el que no me darán morcilla, lo cual me permite descansar, trabajar, o lo que sea que quiero hacer sin interrupciones.
Pero no. Es una mala idea. Es igual que encender la tele y poner a los críos a verla para que te dejen en paz. Como bien decía Bart Simpson a su padre: «es difícil no hacerle caso a la tele; ha dedicado mucho más tiempo a criarnos que tú». Y con tabletas y móviles es igual. En mi casa lo tenemos claro y hay normas de uso de equipos electrónicos: sólo pueden usarlos en fin de semana, y durante un cierto tiempo.
Hoy (viernes) sin embargo mi mujer se ha hartado y ha dicho que se acabó «tanta tecnología». Hemos mandado a las niñas a su cuarto sin iPhone ni iPad (tienen una tableta Android pero no le hacen ni caso). Y el resultado ha sido sorprendentemente bueno: las dos se han montado un juego ellas solas y se han puesto a jugar en el pasillo a un juego que se han inventado. Y mientras las veía pasarlo bien, disfrutando de su creatividad, me preguntaba: ¿para qué demonios les doy un cacharro electrónico?
Cuando yo era chico mis padres no tenían culpa de que yo me aburriera. Era MI responsabilidad, como niño imaginativo, buscarme la vida para pasármelo bien. En algún momento loco de nuestra evolución, los padres hemos empezado a sentir la obligación de que nuestros hijos lo pasen bien a todas horas. ¿Por qué demonios debo yo ser responsable que mi hija no se aburra? Que espabile, digo yo, como todos hemos hecho, ¿no?. Mis padres también tenían ocupaciones y no podían estar todo el rato conmigo. Es cierto que de vez en cuando cogía la Gameboy (era un máquina con el Tetris y salí en la revista de Nintendo por batir el récord nacional del Mario Bros) pero la mayor parte del tiempo estaba ingeniando cosas y pasándolo bien con amigos y otras cosas, sin ningún adulto cerca que «organizara» mi entretenimiento.
Quede claro que todo esto es mi opinión. Respeto la de todos, pero cada vez tengo más claro que los cacharros electrónicos son necesarios (mis hijas tendrán que ganarse la vida trabajando con ellos), pero no deben convertirse en el centro de ocio, educación y ocupación del tiempo de un niño. No digo que no los usen, pero sí digo que no sea la forma habitual de entretenerlos. Porque al hacerlo mermas su creatividad y fomentas que se conviertan en «consumidores» de contenido (en lugar de crearlos).
Así que, desde mi humilde opinión, recomiendo a quienes aún me aguantan que lo mejor que pueden hacer es pasar más tiempo con sus hijos. Y, si el trabajo o su situación se lo impide, pues es mejor no comprar tu tiempo dándole un iPad/iPhone al crío. Te sale barato, pero el precio lo paga tu hijo.
Interesante (y extendida) postura lo del corte de Los Simpsons.
Sin embargo, el conocimiento no es repetir datos como loritos (en cuyo caso sí es válido el argumento de que "llevas un móvil con acceso a Internet, para qué quieres memorizar 'montañas' de datos").
El problema es, que si no llevas el dato memorizado (de la "doctrina Monroe" :-p ), no podrás hacer la asociación con otro hecho, circunstancia, dato… cuando se te presente. Los dos datos estarán ahí, accesibles en Internet… pero a nadie se le ocurrirá relacionarlos.
@Shouseillo. Coincido contigo. Como siempre, los Simpsons con su cuidada ironía nos pintan muchos de los males de la sociedad moderna. Es cierto que ahora cualquiera puede buscar cualquier dato en lo que tarda en sacar el móvil y buscarlo en Google. De ahí que sea más importante que nunca que la educación introduzca suficiente cultura (en sentido amplio, no sólo historia, literatura y demás, también hablo de ciencia, economía…) para convertirnos en potentes "relacionadores" de datos. Personas con una base suficiente y amplia como para entender nuevos datos y tomar decisiones basados en conocimientos adquiridos. En resumen, ni veo bien la memorieta pura y dura de antaño (de cuadno hacían memorizar los reyes visigodos a nuestros padres) ni la tendencia buenista de que no hay que memorizar ni saber nada y que lo único que importa es ser creativo. Un sano equilibrio de ambas cosas, aderezado de muchas (pero muchas) horas de lectura de temas diversos es lo que conduce a un ser humano culto, capaz de defenderse bien en una sociedad que cambia tan rápido como esta.
Buena nota y buenos comentarios. Para reflexionar…Saludos. Sigan asi.
Muchas gracias Javier!. Comentarios como el tuyo son los que nos animan a seguir así.
Es un excelente articulo, deberian de leerlo muchos que prefieren comprar consola a sus hijos con tal de que no molesten; pero yo tengo la opcion mas facil de todas; NO TENGO HIJOS.
Soy esteril bendito sea Dios, me libero de muchos problemas y preocupaciones a mediano y largo plazo. Saludos
Hola Eladio.
Me llamo como tu y es curioso lo que comentas porque ahora mismo estoy en proceso de divorcio con dos niños pequeños y este ha sido una de los motivos de los roces entre mi mujer y yo. No el más importante pero si estaba incluido en el paquete de diferencias acerca de la educación de los niños. Los padres somos siempre mucho más permisivos que las madres y depende lo estricta que sea tu mujer eso puede llevarte a la erosión de tu matrimonio. Especialmente si tu mujer es tan estricta como la mía, si por ella fuera, los niños no verían la tele hasta Dios sabe que edad. Creo que en el punto medio está la virtud y también a través de las imágenes los niños pueden soñar y cantar pero es cierto que no hay que utilizar la pantalla como una niñera electrónica.
Me guardo como frase especialmente lúcida la que dices de que “nuestros padres no tenían la culpa de que me aburriera, nosotros teníamos que buscarnos la vida para pasarlo bien”. Es cierto que ahora parece que nuestra responsabilidad es que los niños no se aburran y que lo pasen lo mejor posible, pero es cierto que coartamos su libertad dirigiéndolos en todo momento o dándoles la alternativa fácil, la pantalla.
Gracias por este post tan lúcido y que, como ves, me toca tan de cerca
muchas gracias por compartir. muchas veces como padres buscamos tranquilidad a costa de que nuestros hijos sacrifiquen su ingenio infantil. es muy importante que desarrollen y el abrirse es la puerta a la invención.
un abrazo