Apple ha tenido una influencia decisiva en la industria, pero aquí recordamos a los que han colaborado de forma decisiva al mundo tecnológico en el que vivimos fuera del «jardín vallado». Esta sección aparecerá a las 9:41 am, hora del pacífico, como nuestra sección «One More Jobs» (pulsa aquí para saber por qué).
Google (o Alphabet, que tuvo su corto primer momento de gloria hace poco) es una gran empresa, de eso no cabe duda. Nacida en un despacho de Harvard, la idea de permitir buscar información de una forma diferente en 1998 se ha convertido en un emporio realmente magnífico, con una cantidad de bifurcaciones que realmente no todo el mundo conoce o llega a ver en toda su extensión. Y es que Google se ha convertido en una gran empresa, pero también muy opaca.
Recientemente se ha descubierto, por medio de una treta de Oracle y su largo juicio, que Google viene a ganar nada menos que cerca de 41.000 millones de dólares con Android por publicidad, ventas en la tienda Play Store y otros conceptos. Mientras, los frabricantes de Android se ven sumidos en pérdidas constantes derivados de un modelo de negocio impuesto por la propia Google que no permite, tal y como esta diseñado, la acumulación de beneficios y por tanto, es un mal negocio… Menos para Google, claro.
Google nació con la sana intención de convertirse en el buscador estrella de la red, y lo consiguió. Su política del “don’t be evil” consiguió encandilar a todo el mundo durante al menos diez años, siendo la niña bonita de los internautas durante la década pasada y alcanzando los más altos escalafones de popularidad, sobre todo en países como España donde es muy probable que sea el buscador más usado con unos porcentajes de uso de más del 90%. Otros competidores como Bing o Yahoo (este último de capa caída) no han podido hacerle sombra y otros como Duck Duck Go, la gran esperanza de la privacidad, simplemente no puede ni soñar con ser competencia, al menos en estos momentos. Pero resulta que Google no es sólo un buscador. Un buscador, como tal, no da dinero, porque no es un concepto por el que ingresar y obtener beneficios. Así que el siguiente paso lógico fue zambullirse en el mundo de la publicidad, comprando la que entonces era una de las empresas emergentes del mundo publicitario en la red, DoubleClick, y de esto hace ya nueve años, amén de la adquisición de Urchin en 2005, lo que se convirtió en Google Analytics, la red de información de accesos y otros muchos tipos de datos (que prácticamente dieron al luz lo que hoy conocemos como Big Data) más usada de la historia. Con estas dos herramientas, Google estaba preparada para dar beneficios, y vaya si lo han conseguido. Pero esto era sólo el primer paso, amigos y amigas. Lo realmente bizarro aún estaba por llegar.
El famoso coche autónomo de Google comenzó a probarse hace ya cerca de diez años, y todavía sigue en proceso de prueba. Tras 272 fallos importantes registrados y sobre 13 accidentes el último año, uno se pregunta como puede costar tanto probar una maquinaria como esta. Miles de millones de dólares han sido invertidos (la mayoría de las marcas también están trabajando en sus propios modelos, aparentemente incluida la propia Apple), y también es fácil caer en la cuestión de porqué una empresa de Internet está interesada en sacar un producto como este al mercado. Siendo sincero, yo no creo que me monte en un vehículo así hasta que no vea con certeza que realmente son seguros, pero en todo caso, lo cierto es que unos diez años de pruebas permiten recopilar muchos datos: señales, comportamiento de los conductores, condiciones climatológicas, riesgos de la carretera, funcionamientos erróneos de la maquinaria y del software… Esos coches de prueba (que por cierto son más feos que pegarle a un padre, es evidente que la estética no es el fuerte de Google, cosa que siempre ha demostrado en sus productos para la web) son auténticas máquinas de recopilar datos, lo que realmente es el negocio de verdad de Google. Datos. Información. Sorprende a muchos saber que Google tiene un centro de IA (Inteligencia Artificial) avanzado en el que están investigando sobre muchas cosas que nadie conoce realmente más allá de sus instalaciones y que, teniendo en cuenta la cantidad de información que maneja esa empresa, puede dar un poquito (sólo un poco) de resquemor… Un coche es una herramienta ideal para recopilar terabytes de información que luego puedan ser procesados por sus sistemas de IA y hacerlos mejores y más fuertes. Tal vez por eso llevan diez años probando un coche autónomo. Y qué decir de las famosas gafas, de las que ya hablamos en su día, y que han sido un gran fracaso (y que ahora mismo tienen su sede en las mismas instalaciones donde se desarrolla la IA de Google…).
Pero lo que yo creo que nadie esperaba, ni siquiera Apple, era que se metieran de lleno en el mundo móvil. Cuando salió el iPhone en 2007, nadie podía hacerle sombra a Apple en ese aspecto. Lo habían clavado. De hecho, como se demostró no mucho más tarde, los gigantes de la época, Blackberry y Nokia, no sólo no lo vieron llegar: se comieron una galleta demasiado grande. Pero desde luego, de donde no se esperaba que viniera la competencia era un buscador de páginas web. Google no sólo no tenía experiencia en el ramo, sino que de hecho, no tenía ningún tipo de experiencia fuera la web. Eric Schmidt entró en la junta directiva de Apple en 2006 y “renunció” (me encantaría de verdad saber qué pasó ahí dentro, la nota de prensa de Apple que enlazo no tiene desperdicio) en 2009. Sabiendo como le sentaba al amigo Jobs que le traicionaran (su guerra con Microsoft duró al menos quince años), su famosa declaración de guerra nuclear a Google por la salida de Android tal vez nos permita entrever al menos lo que pudo pasar en los despachos de Cupertino aquellos años. Ahora sabemos que Google lleva ganando mucho dinero con Android a pesar de haberlo regalado, y aunque no podamos realmente criticarlo porque al fin y al cabo es dinero ganado limpiamente por medio de la tienda y la publicidad, el que quieran mantenerlo oculto (Google sólo presenta cifras generales de AdWords y Google Apps en sus cuentas trimestrales) nos da a entender que para ellos es estratégico, no porque no quieran que lo sepa la competencia, si no sus propios aliados. Ahora muchas empresas que ya se olían el pastel tienen la certeza de que mientras ellos han estado perdiendo dinero con la venta de dispositivos (paso muy inteligente de Google, por eso se deshizo de Motorola), Google ha estado ingresando pingües beneficios a costa de los miles de millones de dispositivos que los fabricantes han puesto en el mercado, arriesgando nada.
No cabe duda de que el culebrón va para largo. A medio y largo plazo Google va a seguir sorprendiéndonos con múltiples salidas y tretas que van a dar lugar a situaciones opresivas en algunos casos, como por ejemplo que las webs deban tener certificado seguro o versión móvil, penalizando a los que no se adapten a sus requisitos, huele a “policía de la red”, limitando nuestro acceso a sitios (si no sales en sus listas no existes) simplemente porque ellos consideren que cumples con su forma de ver Internet o no. Muchas de estas limitaciones aún no se han puesto en marcha de forma masiva, pero evidentemente son una espada de Damocles para muchos propietarios de webs, que no puedan o quieran incluir un certificado seguro en su sitio, por ejemplo. Siendo positivos, al menos por fin quieren eliminar el flash de sus anuncios, lo que sinceramente hablando, tenían que haber hecho hace mucho tiempo ya. Estar atento a los cambios de esta empresa no es fácil, por su opacidad, pero estoy bastante seguro de que van a proporcionar muchas horas de entretenimiento en los mentideros de la red. Muchas.