Esta semana pasada tuvo lugar lo que los modernos llaman ya una “tradición capitalista” (tiene unos cincuenta años en USA, pero en España por ejemplo se lleva celebrando poco más de dos o tres años). El “Black Friday” hunde, sin duda, sus raíces en las tradiciones más consumistas y materialistas de la sociedad, pero yéndonos al ámbito tecnológico, que es el que nos interesa, es interesante hacer un pequeño análisis de lo que supone este día (y el sábado siguiente, ya que parece que vender a raudales un sólo día les parece poco) tanto para el consumidor como para los vendedores y fabricantes.
Se supone que el Black Friday es un día de gangas. Productos que habitualmente cuestan una cantidad de repente se ven rebajados un 30% o 50% (o más) durante un día o dos. Algunos como Amazon alargan esto casi una semana. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y nos encontramos con algunos problemas que resolver. El primero de todos es que la mayoría de los productos que por ejemplo Amazon pone a la venta como rebajados, en general son complementos y los componentes o máquinas completas escasean por no decir que son casi de aparición nula. Uno navega por el la lista de productos incluidos y casi todo son cables, algún ratón y poco más. Y te encuentras también con que productos que no forman parte de la promoción parecen también rebajados pero luego te la clavan por la espalda porque no existe realmente, está agotado y tienes el mismo producto de distinto vendedor que, oh, es al menos 50 euros más caro, por decir algo…
Apple llevaba unos años ya sin formar parte del circo mercantilista y este año decidieron volver de nuevo con algunos descuentos y vales regalo para comprar otros productos de la marca. En general la mayoría de los fabricantes no participan porque ellos mismos no venden el producto, así que es otra forma de diferenciarse de la competencia. Lo que no entiendo bien es porqué dejaron de hacerlo. En todo caso, los vendedores de móviles, tablets y ordenadores han intentado hacer su agosto en invierno y todo apunta porque al menos en el sector tecnológico la cosa funciona… Pero en el resto posiblemente no tanto. En España, por ejemplo, esta “tradición” no lleva realizándose más de dos o tres años. Es otra moda que nos imponen desde el otro lado del charco y que la mayoría acepta bien, pero casi todo el mundo desconoce. Es un poco triste ver como algunas tiendas, no enterándose bien de qué va el asunto, simplemente ponen un folio de impresora, como esperando que el público se percate y piense que puede comprar algo más barato ese día en esa tienda… De hecho, tengo la impresión de que en España el concepto “Black Friday” prácticamente sólo lo controlamos medio bien los que de una forma u otra estamos metidos en el follón tecnológico, aunque sea tangencialmente. En Latinoamérica parece que más o menos tres cuartos de lo mismo.
A mi no me parece ni bien ni mal. De hecho he comprado un ratón de gamer de esta manera, pero las tácticas de los distintos vendedores no me han gustado. Pasando de algunas técnicas de Amazon poco claras a otros vendedores (que no voy a indicar por no hacer publicidad, ni positiva ni negativa) que por ejemplo se dedicaban a decir una semana antes que iban a rebajar productos sin indicar siquiera la rebaja propiamente dicha, cambiando precios de rato a rato y tratando al cliente, vamos a decirlo suave, bastante mal. Algunos fabricantes de software decidieron decir que rebajaban sus productos por ese día… Cuando en realidad la rebaja era la misma de siempre ya que cada mes te recuerdan que les compres la última actualización… Al mismo precio.
No sé si este es un problema específico de España o pasa en más sitios. En todo caso, supongo que la popularidad de este día, sobre todo en el entorno tecnológico, seguirá creciendo a medida que se vayan sumando nuevos participantes y, sobre todo, no tomen por tonto al consumidor que, al fin y al cabo, es quien se va a dejar las perras con las que podrán hacer buena caja. Que ustedes lo compren bien.
PD: por cierto, hoy es el «CyberMonday» o «Ciberlunes» como dicen por aquí… Hay que alargar la «tradición» para seguir dejándose las perras, como sea…
