La historia se repite. Llevamos un año especialmente complicado en lo que se refiere al negocio móvil de Microsoft, pero parece que esta vez le han dado la puntilla «casi definitiva»: The Verge ha publicado la claudicación de los de Redmond, al parecer definitiva, del mercado móvil, al menos en lo que se refiere a la producción propia, tras haberse desecho de sus activos en las últimas semanas.
Concretamente, vendió la división de móviles a FIH, una subsidiaria de Foxconn, por 350 millones de dólares. Con esto se daba por finiquitado el camino en lo que se refiere a Nokia, pero con la noticia del abandono del negocio móvil en general, se cierra definitivamente (al menos suponemos que por bastante tiempo) la puerta a lo relacionado con el móvil, tras unas pérdidas de más de nada menos que siete mil millones de dólares y aproximadamente siete mill ochocientos puestos de trabajo finiquitados en el último año. Desde luego, no puede decirse que haya sido el mejor movimiento de la gran M.
Lamentablemente era algo que se veía venir. En este blog ya habíamos hablado de los cabezazos que la empresa fundada por Bill Gates y Paul Allen llevaba dando desde que su ínclito ex-presidente Steve Ballmer decidiera morir matando y realizar una adquisición que de lejos se veía como ruinosa, aunque parece ser que no quisieron hacer caso a nadie. En el pasado la táctica les funcionó, pero el mundo de los móviles ya estaba demasiado saturado para que pudiera ser una estratagema útil. El año pasado ya intentaron hacer ver que todo iba bien con una supuesta estrategia de renovación de la marca en el contexto mobile y con un plan B que sería el «Surface Phone«, proyecto que por lo que parece ni ellos mismos se creían y que de momento está paralizado. La propia marca Surface está en entredicho y tras los últimos bandazos, no está consiguiendo alcanzar los hitos que la compañía se había propuesto.
A toro pasado es fácil criticar, pero de lo que ya no cabe duda es que Ballmer fue un jefe desastroso para la empresa y que Nadella, en sus dos años al frente, tampoco está consiguiendo levantar cabeza, aunque los éxitos en el ámbito del Cloud son indiscutibles (no obstante, las idas y venidas con OneDrive y los contratos de Office 365 han dado mucho que hablar últimamente). El problema es que Windows Phone no es el único problema de Microsoft: parece como si la franquicia Windows estuviera maldita, con un Windows 8 que nadie quiere y unas Windows 10 que no levantan cabeza a pesar de los denodados esfuerzos por parte de la empresa de conseguir que todo el mundo lo instale, con pocos resultados. La iniciativa de Ballmer con el «sistema único» no está siendo fructífera y ni lo usuarios ni los programadores están por la labor de pasar por el aro. La Windows Store está en horas bajas y las críticas le están suponiendo a la compañía un agujero negro de grandes proporciones. Esto da para mucha tinta digital y seguramente no será la última vez que hablemos del escabroso caso de las Windows Phone (u 8, o 10, elegid la versión que más os guste).