Históricamente siempre se ha dicho que Microsoft alterna versiones buenas de su sistema operativo para ordenadores con otras no tan acertadas. Windows 95, 98 (éste con doble cara gracias a su segunda versión), Me, XP, Vista, 7 y 8 han ido dando una de cal y otra de arena.
Centrándonos en las 3 últimas, Windows 7 sirvió para corregir el desastre de Vista y Windows 8 ha introducido una serie de novedades que, al menos por ahora, no terminan de cuajar. Ya sea por los cambios estéticos y funcionales que incorpora o por el cambio de tendencia a la hora de comprar o renovar los ordenadores domésticos, lo cierto es que Windows 8 no termina de despegar. Lo mismo sucede en el sector empresarial, donde muchas empresas siguen con Windows XP (a pesar de la finalización de su periodo de soporte) o Windows 7.
Apple no sufre el problema de adopción del sistema que tiene Microsoft. Las actualizaciones son gratuitas (parece queWindows 8.1 también lo es para quienes tienen Windows 8), no se venden como un producto aparte. Además, Apple controla tanto el software como el hardware. Mientras la compañía de Redmond tiene que pegarse con los fabricantes de ordenadores para negociar los precios de las licencias y fomentar la venta de PC, en Cupertino gestionan el producto al completo.
Sin embargo, las últimas versiones de ambos sistemas pueden tener ciertos puntos en común. Microsoft tomó una serie de decisiones arriesgadas en Windows 8, sobre todo con la eliminación del botón de Inicio y la implantación de un enfoque más orientado a dispositivos táctiles que no termina de encajar en ordenadores tradicionales. Ahora parece que la versión 8.1 recuperará este botón, tan demandado por los usuarios, y añadirá cambios estéticos y funcionales para mejorar su rendimiento.
La revolución de iOS 7
Después de años sin apenas cambios estéticos, con unas interfaces gráfica y de usuario que, para muchos, se habían quedado atrás, Apple decidió renovar completamente su sistema operativo para dispositivos móviles. Un cambio que vino marcado por el despido de Scott Forstall en octubre de 2012.
En los últimos años Apple ha publicado las nuevas versiones de iOS entre los meses de septiembre y octubre. Un lanzamiento de este tipo lleva detrás muchos meses de trabajo. Es probable que antes de que salga una nueva versión, parte del equipo de desarrollo esté trabajando ya en la siguiente. Esto quiere decir que cuando Forstall salió de la compañía, iOS 7 ya estaba en marcha. Las ideas del por entonces máximo responsable de iOS chocaban frontalmente con las de otros miembros del equipo de dirección de Apple, entre ellos, Jonathan Ive. Cuando éste tomó el control de la interfaz de iOS, el cambio con lo que había hasta ese momento fue brutal. Se pasó de usar el ya famoso (y ahora denostado) skeumorfismo a adoptar un aspecto plano, minimalista, con una paleta de colores radicalmente distinta.
Lo que en principio tenía que haber sido una buena decisión (unificar interfaces y comportamientos entre los diferentes sistemas y aplicaciones) se terminó convirtiendo en un trabajo a medias, seguramente por la falta de tiempo. Los usuarios, que habían mostrado un enorme interés por la nueva versión, se empezaron a quejar por las decisiones tomadas en determinados apartados de iOS 7: desde los iconos hasta los botones de las aplicaciones y el sistema.
Lo peor no estaba en la superficie
Sin embargo, los problemas más graves de iOS 7 no estaban en la interfaz. Pasados los primeros días (en algunos casos, semanas), los usuarios se fueron acostumbrando poco a poco al aspecto del sistema. Y entonces es cuando se encontraron con el verdadero punto débil: la inestabilidad del sistema.
Por primera vez desde su lanzamiento en 2007 (por entonces, iPhone OS) iOS se había transformado en un sistema con cierres frecuentes, fallos en las transiciones (el minimalismo general chocaba con lo recargado de algunos efectos al salir de las aplicaciones) o porcentajes incorrectos en la capacidad de la batería.
Las posteriores actualizaciones de iOS 7.0.x solo han servido como pequeños parches, soluciones provisionales a un sistema con demasiadas carencias, impropio de lo que Apple ha venido ofreciendo durante años. La compañía se vio obligada a reconocer estas carencias (lo hizo el pasado mes de enero), anunciando que se corregirían en la versión 7.1.
Muchos usuarios esperamos que iOS 7.1 sea, por fin, una versión realmente estable. Que no suframos cierres inesperados en las aplicaciones (incluso en los últimos modelos de dispositivos) o que el equipo no se apague cuando dice que todavía le queda un 30% de batería. Para Apple también es un lanzamiento importante. Tanto, que incluso ha creado una sección específica en su página web hablando de las mejoras y novedades que aporta.
En el pequeño universo estadístico que puede ser el grupo de redactores de iPaderos, las experiencias de usuario son muy diversas. Hay quienes rechazan de plano el nuevo sistema (aunque se han ido amoldando poco a poco adaptándolo a su gusto gracias al jailbreak) y quienes se sienten a gusto con la interfaz. Pero todos hemos sufrido, en mayor o menor medida, los problemas comentados anteriormente. Y con diferentes modelos de dispositivos.
¿Y ahora?
iOS 7.1 apenas lleva 2 días instalado en nuestros dispositivos. Es pronto para sacar conclusiones, pero las sensaciones iniciales son buenas. El problema con el porcentaje de batería parece resuelto, al menos en el iPhone, y habrá que ver si se reproducen los cierres inesperados en las aplicaciones.
Desde ahora hasta septiembre u octubre (momento en el que, casi con toda seguridad, llegará iOS quedan unos cuantos meses. Si Apple sigue la planificación de otros años, en junio se celebrará el WWDC (congreso mundial de desarrolladores de la compañía), donde veremos las primeras imágenes y un avance de las funcionalidades del próximo sistema operativo móvil.
Mientras tanto veremos alguna actualización menor 7.1.x y puede que incluso una 7.2 más enfocada a nuevas funcionalidades que a la corrección de errores.
Los rumores ya apuntan a un iOS 8 centrado en mejorar el servicio de mapas y en funcionalidades relacionadas con la monitorización de la salud. Por ahora solo son eso, rumores, aunque en Apple llevarán ya unos cuantos meses trabajando en esta nueva actualización.
iOS 8 no supondrá la revolución estética y funcional de su predecesor, lo que permitirá a Apple centrarse en el desarrollo de nuevas características, no tanto en cambiar radicalmente el comportamiento de las ya existentes como pasó en 2013. En cualquier caso, la compañía tiene que asegurar el tiro con la próxima versión. No puede permitirse el lujo de repetir la experiencia del año pasado (a la que habría que sumar el desastre de la publicación de los mapas en iOS 6). Son ya, por tanto, dos años de lanzamientos bastante revueltos, que han generado algunas dudas en un sistema que, hasta ahora (a pesar de carencias más o menos importantes) había sido todo un referente. Esperamos que lo vuelva a ser.
Después de probar iOS 7.1 me queda claro quen la estabilidad ha regresado, pero las sensaciones agridulces causadas por un sistema operativo verde siguen allí, pareciera que me hubiera acostumbrado a sus fallos y eso está mal.
La experiencia de uso con las primeras versiones de iOS7 no es para nada lo que anteriores versiones nos habían ofrecido, esto puede ser un punto negativo para Apple y perjudicar su imagen ya que la mayoria no ha actualizado a la versión 7.1 y tal vez, su próximo smartphone no sea un iPhone.
Excelente artículo.
Yo tengo Windows 8.1 y si, es gratis, pero hace ya unos meses que se puede actualizar deberíais corregirlo, al no ser que os refiráis a Windows Phone 8.1 que se espera para este año. Microsoft se arriesgo mucho con Windows 8, personalmente creo que muy bueno y no solo adaptado a táctiles, como la gente dice, yo lo uso con ratón en mi portátil y de lujo. Y si os fijáis muchas cosas de iOS están inspiradas de Windows 8, la opción de eliminar en un cuadrado rojo enorme por ejemplo
@Alán: Tienes razón. Modificado. ¡Gracias por el comentario!