Todos sabemos que la música y Apple tienen una relación de Amor que lleva funcionando ya desde 2001 cuando apareció ese «invento» llamado iPod. Desde iTunes hasta Apple Music, ha sido una constante en la compañía casi desde el regreso de la gran esperanza blanca. Ahora bien, en el mundo de la música no todo ha sido un camino de rosas. Especialmente para los que no son Apple.
Todos recordaréis a Napster, el no-se-sabe-bien-qué-era que a finales de los noventa pretendía revolucionar el mundo de la música usando un formato muy innovador, el MP3, desarrollado en una universidad alemana y que pretendía comprimir música con calidad en archivos lo más pequeños posibles. Cuando Shaw Fanning vio que el programa para intercambiar música que había escrito podía servir, no sólo para intercambiar más tipos de archivos (nada menos que el gigante editorial Bertelsmann había llegado a un acuerdo para usar Napster como plataforma de distribución de contenidos), sino que también podía intentar presionar a las discográficas para que distribuyeran sus canciones en su plataforma. Craso error. Estas empresas no son precisamente lo que se dice muy adaptables al cambio, y decidieron no hacer caso del nuevo avance que suponía el P2P para la distribución de contenidos digitales (menos Bertelsmann como hemos indicado). Lo que también fue un craso error como sabemos hoy día.
Pero el P2P daría una nueva vuelta de tuerca. En vez de distribuir el contenido en forma de archivos individuales, que eran fácilmente manipulables, a alguien se le ocurrió que era preferible que la gente pudiera seguir escuchando música, descargándola y usando técnicas P2P para hacerlo, pero sin tener la posibilidad de acceder al archivo físico, y nació el «streaming». Spotify no fue, ni mucho menos, el sistema más novedoso al respecto, pero sí lo fue en el sentido de que inició la andadura comercial de este tipo de sistemas de forma masiva. Con funciones sociales y búsqueda avanzada de títulos, se convirtió rápidamente en una elección natural para los melómanos. Pero no parecía terminar de arrancar. Entre otras razones comerciales, había una fundamental: las discográficas no querían perder ni un sólo trozo de pastel de los beneficios, haciendo que para Spotify fuera casi imposible obtener beneficios, y por supuesto, los músicos. Esta es la otra parte de la ecuación: según su sistema de ingresos, los músicos ganarían la porción correspondiente al porcentaje de reproducciones de sus canciones por parte de los usuarios. Pero como llevan denunciando tiempo atrás, ellos casi no están ganando dinero.
En 2015 llegó Apple Music. Apple se estaba dubitativa entre continuar con la mano férrea de iTunes en el mercado de las descargas o bien derivar paulatinamente en el streaming, cosa que hizo con Apple Music. Steve Jobs descartó el streaming unos diez años antes por la sencilla razón de que el mundo no estaba preparado para ello, y tenía razón. Pero ahora ya había un mercado relativamente maduro que podría aceptar una plataforma de streaming. Y se lanzó fuerte, sobre todo con la oferta familiar por la que hasta 6 personas podrían escuchar música por 15 euros, todo un reto para Spotify y otras plataformas como Tidal, de Jay Z, minoritarias y más caras en ese tramo (si es que tenían el tramo). Esto ha obligado a Spotify y los demás a adaptar su oferta de diversas maneras. Además, los artistas se llevan un 70% del pastel, algo muy goloso que no reciben de las otras plataformas.
Lo cierto es que parece que ninguna plataforma está terminando de cuajar. Apple Music superó los 30 millones de usuarios en poco meses, pero tampoco parece estar creciendo según lo esperado. Spotify en Europa no ha estado nunca en buena forma (en USA sin embargo ha gozado de cierto éxito, ya que los norteamericanos están más acostumbrados a pagar por los servicios que los europeos), aunque ahora están en los 50 millones de usuarios de pago. ¿Y Napster? Antes de investigar para el artículo pensaba que de hecho ya ni existiría, y para mi sorpresa, no es así. Siguen en activo, aunque ahora mismo no pueden competir con estos otros dos gigantes que son Apple y Spotify. Siendo sinceros, el público europeo principalmente sigue prefiriendo la música en formato archivo, por lo menos en España. Evidentemente el streaming se terminará imponiendo poco a poco, pero va a ser un recorrido de largo alcance, y posiblemente no termine de eclosionar totalmente hasta el menos 2019 o 2020.
Pero, ¿Napster se podría haber convertido en un Spotify de la época? Eran dos cosas muy diferentes: la compartición de archivos y el streaming, aunque usen las mismas tecnologías, no tienen nada que ver, como se ha demostrado con el tiempo. Confundir ambos modelos de negocio es no haber entendido de que va todo este asunto. Lejos quedan atrás los tiempos en que monstruos de la música como Metallica demandaron a Napster por lo que pensaban que era una violación de su identidad artística y comercial. Se tuvieron que hacer un nudo en la lengua cuando apareció iTunes y vieron como la gente se seguiría bajando su música, esta vez sí, legalmente. iTunes tuvo, de la forma más inopinada posible, al mundo de la música atado de pies y manos, y lo más probable es que todavía siga entre nosotros mucho tiempo. Y se tendrán que hacer, sí o sí, otro nudo con el streaming. Aunque ahora mismo sea más difícil encontrar según que música que la discografía completa de José Luis Perales. Que artista.
Es posible , que en los dispositivos Apple para descargar musica sea accesible descargar otro programa de musica ? me refiero a Matetube, snaptube, mp3convert
@Carlos hay muchas Apps para reproducir música pero lo habitual estos días es que te suscribas a Spotify o Google Music, o incluso Apple Music, y escuches toda la música que quieras ahí. Si tienes tus propios CDs siempre puedes pasarlos a mp3 con un ordenador y luego cargar esa música en tu iPad con Dropbox, Google Drive, iCloud, iTunes… y escucharla con la App de Música o la que corresponda a cada uno de esos servicios.