Estamos en agosto. Verano. Vacaciones. El panorama informativo es un desierto y por aquí, sentados en la terracita, nos preguntamos como va el mundo tecnológico en estos tiempos revueltos y vemos que la cosa va curiosa cuanto menos. El otro día indicábamos que un cambio en iOS 9 podría llegar a tirar abajo buena parte del mercado de la publicidad móvil, el de la web, y me vino a la memoria como hace unos cuatro o cinco años discutía con los compañeros sobre la cuestión de la pervivencia de la web. Y ahora esa pervivencia está en grave peligro.
Es algo que lleva anunciándose desde hace mucho, y de momento, se resiste a ocurrir. El nuevo mundo de las apps móviles ha ido desplazando ineludiblemente a las aplicaciones clásicas de escritorio (una de las razones de la tan cacareada era Post-PC), especialmente en Windows (en Mac, las apps de escritorio tienen una salud envidiable, gracias fundamentalmente a la App Store y a que Apple ha potenciado su uso de forma rotunda), y parece avanzar también hacia la web con paso lento pero seguro. Aquellos visionarios que hace años avisaban de la ineludible caída del sistema principal de la red de redes, puede que se equivocaran sólo en el tiempo, pero no en la forma: sitios como Facebook y Twitter, así como millones de sitios más pequeños, van indicando que como mínimo, el 80% de su tráfico proviene de las apps móviles o como mínimo de las versiones de navegador móvil (proviniendo la mayor parte de este tráfico de dispositivos iOS, aunque Android va ganando terreno), y ese porcentaje irá creciendo inexorablemente hasta que lleguemos al punto de inflexión (o singularidad, como les gusta decir en física) en que, como hace poco decíamos también en relación a las ventas de PCs y dispositivos iOS, los usuarios dejen de visitar sitios web y pasen a hacerlo todo directamente con apps. ¿Ciencia ficción?
Puede que sí, pero también puede que no. Sitios como Amazon, por ejemplo, han ido fagocitando el comercio electrónico en Internet hasta el punto en que la mayoría de las webs de comercio han ido cerrando o dejando una presencia testimonial, y los que van sobreviviendo lo hacen peleando a muerte por cada cliente, con un coste cada vez más alto que la mayoría ya no están dispuestos a pagar. Esto se está trasladando también al mundo de las apps, siendo que ahora mismo no es ni siquiera necesario conectarse a la web para inscribirse ni navegar por la mayoría de los servicios que hasta ahora eran de acceso imprescindible a través del navegador. Esto también está haciendo que los errores se multipliquen y que se intenten aprovechar muchos “bugs” (los bichos) que sobre todo en Android plagan los teléfonos de los usuarios. El último que ha saltado a la palestra ha sido uno que existe, agárrense los machos, desde la versión 2.2 del robotito y que ha sido parchado esta semana pasada… Sin suerte. Las cuatro líneas de código necesarias han resultado no ser válidas (a pesar de todos los controles), con lo que el bug sigue abierto, permitiendo que con un simple MMS podamos afectar cualquier teléfono del sistema de Google. Apple, obviamente, tampoco está libre de errores y “bichos”, pero los solucionan muy rápidamente en la mayoría de las situaciones y en varias versiones a la vez, con lo que los usuarios nos sentimos, como mínimo, mucho más seguros.
Y otro signo de que las cosas pueden estar cambiando puede ser la posibilidad de que Apple introduzca el conector USB-C en los iPhone 6s, eliminando con ello la exclusividad del conector Lightning que campaba desde la versión 5 hasta ahora en los iPhone y iPad. Se suele insinuar a menudo que Apple genera estos conectores específicos para diferenciarse de la competencia. Y en parte puede ser. Pero particularmente creo que la razón principal es la eficiencia. Así es: reversible, muy rápido, permite cargar rápidamente el dispositivo y es programable… Justo como el USB-C. La cuestión es que en Apple tienen una forma muy particular de pensar: queremos el producto “más mejor” que podamos tener, y si no nos gusta algo, no lo usamos, por muy estándar que sea. Recordemos también que Lightning no es una patente de Apple, sino de Intel, que es también uno de los principales artífices del USB-C, y fue elegido en vez el USB normal simplemente porque era mejor. Y tampoco tiene porque haber más razones. Era mejor y punto. Ahora el USB-C hace lo mismo y además es estándar. Pues se usa. No hacen las cosas por capricho: hacen las cosas que consideran mejor. Y cualquiera les discute después los resultados…